He vuelto del desorden de tus
sentimientos, de lo kamikaze
resultante al chocar nuestros
trenes.
Mi crimen se describe al
pasar lejos de tu invierno, tu
interior descubierto por otro.
La pena postula mis lágrimas
a los premios patéticos del año.
Ya he hecho suficiente el
primo entre tus labios.
Queda la ventana rota de
desilusiones menguando la paciencia
del que se traicionó a sí mismo.
Aún quedan tus cenizas en
mi urna de sentimientos, como
una voz del tiempo que se
repite, muriendo en el eco.
Esperando que tu sombra haga
mella sobre melodías de una
esperanza largándose sin fortuna
a la guerra maldita de los bastardos.
Sin final como algunos cuentos, sin
principios como esos cientos.
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