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Mostrando entradas de abril, 2015

Pandora.

Nos hicimos unas cervezas en el balcón de tu piel nívea, haciendo desfilar hilaridades de verbos y construcciones mentales que la lengua serpenteaba hasta dos núcleos de tormentos. Podía oír gritar tus demonios y después verlos danzando entre los míos, mudando el lenguaje hacia una orgía de sentimientos  muertos. Los niños hambrientos de mis ojos dejarán de estar esqueléticos  si sigues hablando de Pavesse, Pizarnik e Iván Ferreiro junto a esa marabunta de tabaco  ahumado con sinceridad entre la carne de tu boca. Que quien charla de hipersensibilidad con un mundo interior grotesco, casi tenebroso y comparte vicios abre la Caja de Pandora, puedo dejar leer el braille de la piel, lo que esconde esta frente, algo que no hayas visto en otros ojos castaños. Sigue distanciando tu materia de todo lo existente banalizando cualquier otro cuerpo.

Hole.

Cerca de la seguridad emocional, con la serpiente en una mano y el ratón en la otra, me están velando los miedos. Caían maquetas en la arena cuando la historia daba comienzo, la suerte expandió religión por todo el mundo. Dejaron de sonar antiguas locomotoras de carriles por el cuerpo, mientras nos digería la vida en espiral, como el bucle del suplicio. Te convertí en mi Patio de los Leones, en la llave de la vida adornada con gatos egipcios, puse todo el oro de Nassau en tu pubis, rubia alternativa de vida bohemia y piedras perdidas de playa. Aunque veas en mí al Picasso de los poemas, París está asediada, huyo hacia la iglesia junto a cristianos  c on los ojos  atestados de vikingos. Habito en la indumentaria de semáforos y coches que calza la ciudad, siento la sangre correr a 2 kilómetros por hora mientras hablo de billetes con la lotería en las manos, no elegí la soledad reinante en la resaca, tolero p

Durere

Olaya dice que compro amor con alcohol y porros, el ciego no le  deja recordar quien inició el bucle. Eva psicoanaliza el color de mis ojeras, viste las tardes de compañía y antidepresión, hace ver más allá del cuchillo y la soga. Alba llora conmigo, echa de menos en la ventana de los niños entre juguetes desperdigados y esferas a medias. Sofía enseña semejanzas entre su mente y la mía, habla de dependencias creando vacíos emocionales, deja ver que aquella playa encendida e inicios de luna podían pasar de mano en mano  entre restos  de hierba. Marta sigue decorando el cuerpo abandonado, Carla es un libro abierto entre cervezas, Inés no tiene identidad pero lo entiende todo, Belén es poco habitual, trae canciones de pautas, afirma que esto es solo un poco de tormenta. Andrei está lejos pero entiende de abandonos, sabe que el amor sin amor me vive en el pecho, extiende la mano amiga, rompe calendarios, visita cuando pu