Algunos intentan ir más allá de su desastre personal, de su vida insulsa con sabor a derrota. Los hombres buenos, sin patria, con la única gloría de encontrar misericordia en algunos labios. El agujero de los miedos precediendo a la calma y tormenta, dándole de comer a nuestras inseguridades. Llámame desde donde quiera que estés que yo ya estaré más lejos esperándote, sentado. Hay campos que solo se siembran con la consecuencia de nuestros errores para recoger nuestra cosecha mental. Como también hay una rata entre sus miedos sin saber cuando parar o avanzar por el daltonismo de sus errores, semáforos equívocos. Un ser inmundo con sentimiento y no menos despreciable ante las miradas de aceptación del resto. No hay más pena que la incoherencia del sinsentido que está adquiriendo su entorno. Rata, ahogada por sus miedos, un animal nauseabundo al que cualquiera puede pisar. Nadie reclamará en su funeral blanquecino una sonata de invierno. A
Buscadme en mundo del limbo y el arte, en el abrazo y el reinicio.