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Mostrando entradas de febrero, 2014

Joder.

Coge mi retórica y aprende mi gramática, escribir el peor miedo por su espalda. Por encima de mi rúbrica están las mejores páginas de una noche que duele. Me puse las botas en tu clítoris, me redefiní como el Efe en ese último poema. La carne y el suplicio para el resto, yo me abandono en pocas obsesiones y el olor a muerte. No es explicar unos versos es calmar y reclamar lo que me merezco, joder. El calor y desprendimiento en las retinas cuando verte sangrar suponía tu rutina. Te hablo de los brazos venciendo abrazos, de vender reticencias a malos precios. El vértigo y su castigo: te hablo de que eras mi tú inalcanzable. https://www.youtube.com/watch?v=ZEhuoN5D1cw

Espacio-tiempo

Le pedí un poco de espacio al tiempo, este no entendía más que de segundos y de volver a la rutina. El espacio me dio tiempo para mi propia lucha, para atender a mi caja de pino y a todo lo que viene antes. Mis poemas, tus orgasmos es lo mismo pero escrito a gritos, espacio y tiempo por tu cuerpo. Tragedia y desapego para lo que no se identifica en los huesos, en la retórica de la personalidad. Y ya no volverán esos minutos de 120 segundos, ese espacio entre tus piernas y lo que me acomodaba a ellas. La nostalgia pide treguas, pide que se congelen los llantos de la muerte, el tiempo ha de aprender a perdonar. Soy los espacios que me dejan: andenes vacíos, tragos demás, camas frías, almohadas huecas, los odios propios pariendo al enemigo. Bucólicas serán las saetas del tiempo cuando se acabe el espacio y no quede más dolor en el cuerpo que el de quien sabe conocerse, respiro miedos y quemo inseguridades. Mientras me seguiré deshaciendo por tu espacio-

Metros

Los viajes que hicimos, el cartón desgastado de acariciar el bolsillo, como las tragedias por tus labios. Imaginé paradas entre tus piernas porque querer quedarme en ellas era ir más allá. Hay andenes escondidos en las cuevas de las déspotas miradas del tiempo, es todo lo que esperamos. Lo que no cumplimos en el pacto con nosotros mismos y la mirada tenue pare todas nuestras inseguridades. Ya nos advertía el presente que el futuro se nos iba a quedar demasiado largo, a expensas. Con la armónica el hombre del metro sustanciaba tus pasos, el parpadeo de tus piernas. La canción en vena que sale de tus labios, otros que te oyen lo llaman tu voz, la mía. Pensé conocerte en aquel abandono creyendo que volverías, que me seguirías en este triste guión. Ya lo había notado entre mi sombra como sabiendo que el imposible para nosotros estaba pactado. Te puedes largar, sin esperar, como aquel metro que pasaba delante de mi abandono. Yo me seguiré levantando