Este ataúd de zombies es metálico, torpe y lento. Primera calle a la derecha, todo recto entre las flores que el tiempo ha ido marchitando, en lo bares chocan las primeras tazas con el café del obrero. Debería mover las piernas y bajar, pero necesito ir al final del trayecto, hago el trasbordo y semáforos, me dejo querer por tres colores. Avanzo entre adoquines de pueblo dormitorio, entre pasos de cebra mal pintados y turbios, por el portal subo restos de borrachera, sol propio de las 9 am y encanto que he ido perdiendo en la ciudad, más bien en la puerta del Kafka donde hablabas de la vida y de no poder amar. Buenos días felpudo, hola cerradura vieja, las llaves deberían estar en el agujero izquierdo pero puede que las cambiara de sitio, en la chaqueta, están en el bolsillo interno, al lado de la droga. Otro ciego más que llevo a la cama, debería ser una chica de mi edad, aunque en comparación el frío es el mism
Buscadme en mundo del limbo y el arte, en el abrazo y el reinicio.