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Mostrando entradas de 2015

En el camino.

Un camino lleno de girasoles, margaritas, retrovisores, lirios, tan desgastados como podridos. Contiene asfalto y pintura estructurando la ciudad, haciendo del tráfico líneas continuas hacia una ruta anónima. Guarda un amor efímero e insulso tiritando, sobre otro cuerpo con una nota de papel en la mesa colmado por despedidas en tinta. Debo seguir el camino, cortar el puente aunque la cabeza se abra en el intento, Despedirlo del verano, desmoronado sin pasos, porque he aprendido a volar aunque topando de hostias contra toda esquina. El camino es deber “madurar” y romper la maldición del niño eterno, es el conducto para viajar de la seguridad emocional hasta los adentros, el camino son restos de los desvencijados sin aliento. Quiero el mío, propio, asfaltado, sin penas ni baches ni renuncias, lo quiero todo aunque me quede solo restos de subsistencia. El camino ha  enseñado: que puedes robar poemas al tiempo, que la

Kush

Los relojes se han largado y sigo rezando a sus demonios, no puedo vestir más cuerpos de reina. Busco la tranquilidad de Austria en mis parpados, lejos de la ciudad, alzada por bicis mojadas, caravanas de plata lentas junto a  porches bordeando toda la casa. De momento, lo más cercano son balizas llenas de harapos corriendo dentro del amanecer sucio,  tras la historia de la sexualidad y sus tragedias bendecidas. De momento hay una barca de mimbre bajo el sol lunar encallada, sobre las playas del fin del mundo, siendo una flor desperezada en el hocico del lobo estepario. Es cierto que emborracho el alma y no recuerdo esas historias, por ello no debo vestir más cuerpos,  de reina. Aunque el tiempo me arropa con Billie Holiday, de Carles y su No de Nunca, con anestesia en esferas de Kerouac, caminos, perdones, culpas rodeando a Cesardé, pido que vuelvas bohemio de mierda, devuélvelo porque te lo estás llevando de la

Éluard

Eres la Gala del s. XXI,  hálito de arte  plasmado en versos, olor a jardín botánico y polvo aun ardiendo. La mujer de otro Dalí,  el poeta de los Andes  escribiendo Europa  dentro de su vientre. Otro o el Picasso de los poemas. Gala, con indumentaria moderna, reina sin baraja, ella calza otra época pero está rota por los mismos sentimientos, porque el mundo no ha cambiado a pesar de haberla resucitado. Gala, aunque no sea su nombre, la primera del siglo,  ella frota sus erizados  pezones tras el sexo, va vestida de noche y recita orgasmos en la tarima de una cama. Cuando pienso que es mía recuerdo las palabras de Carles  “Una mujer no es de nadie”, y tú eres una mujer y tú eres de nadie. Vienes e inauguras el descampado desértico con tus zapatos rojos, con el terciopelo azul, de Lynch, que guardas en los ojos, tienes vicio entre la lengua,  tus dientes y mi entrepierna. Gala, se acerca en vagones despersonados,

En Teogonía.

Las chicas como tú no existen, son una fantasía tripulada por la suerte. Las chicas como tú son las mujeres del siglo. Nada de amor romántico, ni caricias al tempo. Vienen como tifones, apuestan todo al rojo, giran la ruleta aunque se jueguen la bancarrota. Te follan, no te hacen el amor, las chicas como tú no existen. Y de existir vuelan desnudas e invisibles, surcando infiernos de poetas y soñadores. Las chicas como tú, que son mujeres, no  les pesan las primaveras ni los inviernos que vistan, beben vino peleón, rompen estereotipos. Salen de la nada con un adiós, sin beso ni pollas, y a la nada vuelven. Las chicas como tú dejan el alma temblando, en babia sobre una balanza, siempre ganan la batalla y te desnudan los adentros. Chica, las mujeres como tú también beben ron, se drogan llorando, a solas, con su dolor y llevan los remiendos siempre a cuestas. Ellas, se curan las heridas con sal en la lengua, podrían parar u

En silencio.

Me entrego al amor y la pasión como si supiera que los mares no van a romper, que las escopetas no soltarán pólvora y casquillos, pero no me completan. Ninguno, el maternal, afectivo carnal, paternal y fraternal, vacíos. En la órbita todo podrido y dañado, como un desplazamiento continuo, algo para lo que no estoy hecho ni dicho. Lejos de todos, arruinado de perspectivas, con solo un eco retumbando entre los dedos que hace memoria en estas páginas, sobre lo miserable del globo. Soy una especie de daños colaterales apilados en un cuerpo, lleno de errores ajenos y propios, los últimos solventados aunque con incidencias. Llegan los cuerpos y me rodean con la basura mental albergada, me llenan de escombros y se marchan. Necesito un cariño que aquí no cabe, he visto todo pasar por los iris y he retenido solo mierda. Resignarme a los descosidos de los núcleos, aunque esté fatigado de ser un remiendo de mano en mano, com

Me tendrás.

Léeme cuando no esté, entiende a la soledad como la mejor compañía, cuídala como si fuera yo, dale cobijo en el tifón de mi ausencia, por qué no estaré para siempre, tú eres libre y a mí me están creciendo alas. Te quiero como a un vuelo de nieve por las sienes o como a la mejor cebada que cruza tráqueas. Porque vienes de lejos, parida por una canción de Iván Ferreiro, salida de una voz tenue entre el gemido de la noche y el horizonte follado, a orillas de una playa, por dos adolescentes. Porque eres miedo y desamparo en una habitación a oscuras, te vistes de drama para pasear tacones llorosos por la ciudad, tú arreglas los descosidos con drogas y Steinburg. Pandora, eres clase esperando el metro, se alza 1,55 de belleza entre tus piernas, por encima de todas las musas. Ella abriga sus miedos entre piel fría, los mata con amores insustanciales, es una kamikaze vestida de seda. Visita los suburbios, acampa en el pecho, nad

101

Fui tu pareja de swin en el balcón de los papeles escritos que vuelan a casa, con legañas en los iris, sin el corazón dejado en tu puño. Entre fachadas mojadas pude sentir en el pecho, tu gemido. Descubrí que hay carreteras secundarías y paralelas al naufragio, lo vi en el vino de tus labios, en las gaviotas dibujadas de tus ojos junto al mapa sideral estampado en tu cara, hecho de pecas. Me has enseñado el mantel amarillo sobre tu niñez de vuelta, has humedecido la palidez arenosa, he visto la despedida bajando vertical por tus pómulos. Chica bohemia, alternativa, de pelo mediterráneo, ojos de playa orillada y restos químicos en el tabique, eres bálsamo ardiendo, bolsillos rotos llenos de billetes, eres Heroes de Bowie. Después de tu nombre el verano vendrá cargado de terrazas y cervezas sin ti, te absorberá ese pueblo, no dolerá porqué distancia es la mi padre y su abandono a los 3 años. Has pintado con el ver

Dos estrellas.

Ayer nos vimos, hoy Júpiter y Venus se alinean, somos un preludio del juego astral, una caricia determinada por el desconocimiento. Te conviertes en días de recuerdo, yo en un jardín de nostalgias cuando después de verte está esperando un bus y sus paradas, lejos de tu carne. Puedes revivir de camino al rectángulo, porque me has bailado entre violines de media noche y restos romanos cubiertos de agua. Las calles te deben algo cuando me paseas de la mano, estoy en deuda con la ciudad. Tienes en cada línea de flexión un trozo de abandono, eres una canción de Iván Ferreiro sonando para el rincón onírico del vicio. Te puedo revivir en las manchas de flujo sobre el lienzo pero mi sudor estará solo en la caja deshabitada de tus ojos tristes. Te vas en un falso domingo hijo del miércoles, has cuidado mi ciego como salido de tu matriz, con tus caricias de tinta negra eternas, no me escupas del bucle existente en tu pecho.

Pretuieste talent

Abrigar el talento. Hacerlo de la mejor manera, como si fuera la caricia en el momento del latido entre unas piernas abiertas. Lo abrigo de ojos esqueléticos porqué los pájaros de porcelana en los pulmones piden hacerlo, protejo esta parte viva en el reflejo. Dejo se acurruque en la realidad del pobre también en el desconocimiento del rico, deshabito el talento de la rutina, cuelga en tu balcón bajo el sol nocturno, lo resguardo de la farola hueca, del cosmos en tu pecho, del cuadro de tu mente. Lo cuido de la ciudad y su rostro pintado con lágrimas, come tres tipos de amores distintos también speed sobre la guitarra, dejo que cruce semáforos en rojo por madrugadas de terror maldito, se pegue la hostia y vuelva llorando. Cae de los bolsillos por los reductos de Ruzafa, el Carmen o tras el Glop cuando poto hasta la bilis. Reposa los martes si me acoges entre tus líneas y laberintos, sufre sin las tracas de tu patio i

El tejado.

Se ha sentado alguien en el bus, con un olor parecido al que desprendes. Está acercando a mis labios otra vez, el recuerdo de los tuyos, como si la noche no hubiera sido suficiente en mi tiempo para soñar con ellos. Una nueva semana me da los buenos días de esta manera, trayéndote entre sol de finales de mayo y bostezos de lunes. No sé dejar de pensar en la conexión anidada en nuestros pechos, no entiendo todavía el mundo que me has abierto, debería cogerlo, abrigarlo entre   las manos, caminar desnudo por él, bordear toda su magnitud como cuando recorro con la punta de la lengua la costa de tus comisuras. Es criminal el desalojo de nuestra bocas, cuando me llenas los ojos de niños con hambre, la carne de despedida en polígonos y tráfico, es criminal el desalojo de nuestras bocas, cuando caminas hacia el metro y yo me hundo en la ciudad donde puedo vaciar todo de lo que me has llenado las pupilas. Me devuelves al

Debussy.

Pont de Fusta bajo las ruedas de una bici, éramos desconocidos con trozos de metal entre las piernas y  lluvia artificial en esos pómulos. Tu vestido condensaba el calor y la humedad de Valencia, paseamos vidas bohemias haciendo geometría por el Carmen, con la única línea de magia que perdías por los dedos cuando llevabas el humo de tus manos a mi boca sucia. Fuimos los amantes del Turia entre calles adoquinadas, recuerdos lejanos de un girasol en tu cesta, la redención de mis ojeras, fuimos bandas sonoras de Pego sobre oídos de Guiris, otro mal sueño curado a duras piernas. Te quise por dos tardes hasta verlo todo: en el café de tus ojos, en las galletas por la mañana, en la cadencia de orgasmos que dictaban universos paralelos a orillas de tus pecas. Debo soñar la mentira, anidar el manto de recuerdos, rememorar solo los gemidos, encontrarla en otro invierno similar al que no hemos vivido. Porque eres la ingravidez del

Pandora.

Nos hicimos unas cervezas en el balcón de tu piel nívea, haciendo desfilar hilaridades de verbos y construcciones mentales que la lengua serpenteaba hasta dos núcleos de tormentos. Podía oír gritar tus demonios y después verlos danzando entre los míos, mudando el lenguaje hacia una orgía de sentimientos  muertos. Los niños hambrientos de mis ojos dejarán de estar esqueléticos  si sigues hablando de Pavesse, Pizarnik e Iván Ferreiro junto a esa marabunta de tabaco  ahumado con sinceridad entre la carne de tu boca. Que quien charla de hipersensibilidad con un mundo interior grotesco, casi tenebroso y comparte vicios abre la Caja de Pandora, puedo dejar leer el braille de la piel, lo que esconde esta frente, algo que no hayas visto en otros ojos castaños. Sigue distanciando tu materia de todo lo existente banalizando cualquier otro cuerpo.

Hole.

Cerca de la seguridad emocional, con la serpiente en una mano y el ratón en la otra, me están velando los miedos. Caían maquetas en la arena cuando la historia daba comienzo, la suerte expandió religión por todo el mundo. Dejaron de sonar antiguas locomotoras de carriles por el cuerpo, mientras nos digería la vida en espiral, como el bucle del suplicio. Te convertí en mi Patio de los Leones, en la llave de la vida adornada con gatos egipcios, puse todo el oro de Nassau en tu pubis, rubia alternativa de vida bohemia y piedras perdidas de playa. Aunque veas en mí al Picasso de los poemas, París está asediada, huyo hacia la iglesia junto a cristianos  c on los ojos  atestados de vikingos. Habito en la indumentaria de semáforos y coches que calza la ciudad, siento la sangre correr a 2 kilómetros por hora mientras hablo de billetes con la lotería en las manos, no elegí la soledad reinante en la resaca, tolero p

Durere

Olaya dice que compro amor con alcohol y porros, el ciego no le  deja recordar quien inició el bucle. Eva psicoanaliza el color de mis ojeras, viste las tardes de compañía y antidepresión, hace ver más allá del cuchillo y la soga. Alba llora conmigo, echa de menos en la ventana de los niños entre juguetes desperdigados y esferas a medias. Sofía enseña semejanzas entre su mente y la mía, habla de dependencias creando vacíos emocionales, deja ver que aquella playa encendida e inicios de luna podían pasar de mano en mano  entre restos  de hierba. Marta sigue decorando el cuerpo abandonado, Carla es un libro abierto entre cervezas, Inés no tiene identidad pero lo entiende todo, Belén es poco habitual, trae canciones de pautas, afirma que esto es solo un poco de tormenta. Andrei está lejos pero entiende de abandonos, sabe que el amor sin amor me vive en el pecho, extiende la mano amiga, rompe calendarios, visita cuando pu