Abrigar el talento.
Hacerlo de la mejor manera,
como si fuera la caricia en el momento del latido
entre unas piernas abiertas.
Lo abrigo de ojos esqueléticos
porqué los pájaros de porcelana en los pulmones
piden hacerlo,
protejo esta parte viva en el reflejo.
Dejo se acurruque en la realidad del pobre
también en el desconocimiento del rico,
deshabito el talento de la rutina,
cuelga en tu balcón bajo el sol nocturno,
lo resguardo de la farola hueca,
del cosmos en tu pecho, del cuadro de tu mente.
Lo cuido de la ciudad y su rostro pintado con
lágrimas,
come tres tipos de amores distintos también speed
sobre
la guitarra,
dejo que cruce semáforos en rojo por madrugadas
de terror maldito,
se pegue la hostia y vuelva llorando.
Cae de los bolsillos por los reductos de Ruzafa,
el Carmen o tras el Glop cuando poto
hasta la bilis.
Reposa los martes si me acoges entre
tus líneas y laberintos,
sufre sin las tracas de tu patio interior.
Lo auxilio de la tristeza en boca de esa
prostituta,
porque nadie ha hablado con ellas pero opinan.
Pasea desnudo en el Invierno de la Desesperación,
dando siempre los últimos pasos de primavera
guiado por Halcones de Guerra entre perros de
fuego.
Entiende de amor en la primera línea de luz
caída sobre la Escombrera
donde el aquelarre baila
y los poetas malditos salen por la boca de Sebas.
Desnudo al talento en el orgasmo,
lo cobijo camino a casa con el 27,
es mi sabor amargo de los labios,
la tierra yerma que espera el cuerpo,
es una acusación infundada,
pasto abandonado, baldíos sin dueño,
todas las derrotas caídas en el mismo horizonte
dueñas de la debilidad, de bocas colmadas
por consecuencias y maletas vacías.
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