Se ha sentado alguien en el bus, con un olor parecido al que desprendes. Está acercando a mis labios otra vez, el recuerdo de los tuyos, como si la noche no hubiera sido suficiente en mi tiempo para soñar con ellos. Una nueva semana me da los buenos días de esta manera, trayéndote entre sol de finales de mayo y bostezos de lunes. No sé dejar de pensar en la conexión anidada en nuestros pechos, no entiendo todavía el mundo que me has abierto, debería cogerlo, abrigarlo entre las manos, caminar desnudo por él, bordear toda su magnitud como cuando recorro con la punta de la lengua la costa de tus comisuras. Es criminal el desalojo de nuestra bocas, cuando me llenas los ojos de niños con hambre, la carne de despedida en polígonos y tráfico, es criminal el desalojo de nuestras bocas, cuando caminas hacia el metro y yo me hundo en la ciudad donde puedo vaciar todo de lo que me has llenado las pupilas. Me devuelves al
Buscadme en mundo del limbo y el arte, en el abrazo y el reinicio.