Encontrar infancia y una musa en el rastro de Madrid, devolver lo prestado a las flores encerradas por una rotonda. En la vigilia pueril oigo sirenas del bosque, pudiendo extraer los cuerpos del mundo sin salir de España. Vivir rodeado de Venus, quedarme con Pandora traída por Invierno y Hércules hacia un colchón en Chueca. Veo a Zeus rendido a la mano de Europa, paradójico como las cosas que has vivido y no te dejan vivir. Materia y antimateria, aniquilación, follar en el segundo solsticio del año a sabiendas de que Luna es un trozo escupido por la tierra, Theia chocó y nació la marea, la noche entre sus piernas, nacieron ojos en un Damasco desnudo, destrozado por la pantomima social, similar a la rosa nacida entre vagabundos. Mujer hecha de Antártida con pájaro en boca que come piel humana, mujer hecha de Antártida, el hielo también quema. En tu mano sostienes un perro navideño y triste, invisible como el
Buscadme en mundo del limbo y el arte, en el abrazo y el reinicio.