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Mostrando entradas de febrero, 2015

Mărăcine

Busco tu esperanza y la mía, en los tres indios que bailan la música de mis cascos por la calle, en el puente que una vez besó el Turia y hoy es pánico de autobuses y tránsito, en los morros del negro a mi lado, seguro saben la respuesta, grandes, son muy grandes. en la última parada quizá, pero recuerdo que el metal no habla un miércoles a las tres de la tarde, Busco en la cruz verde de neón que cura enfermos, en el local marroquí para estómagos propios de otomanos, en la hendidura con forma de llave, patio 42, que me espera. Bajo las motas de polvo en mi cuarto, tampoco ¿página 20 de Carver? No, me desespero, acudo a Gibran, donde los poemas significan nostalgias y respuestas perdidas. Nada,  mientras los gemidos de ambulancia codifican más lo que no sé, y la ciudad sigue ocultando algo. Tumbado en la parte no real, me abrazas, te cuento las costillas sin moraleja, absorbo tu entrepierna, hago memoria -t

Amarga terra.

Em deies a l'orella: “l'olor a podrit de València en fica calenta” i ho repetíem i ballàvem, amb la lluna de Gandia als peus. Són records humits que passaran pels meus ulls, en les primaveres del teu carrer, en tardors plens de núvols, en hiverns que separen cada cop més. Ets la pell contra la pell,  la desesperança, la Barcelona que mai tastarem, els "camals mullats" de llàgrimes, ets tota la empremta de dits que has deixat al cos llegint-me els batecs. Et trobe:  en totes les cançons, als somnis de paper que em faig  i llance al terra esperant que naveguen, del meu trellat cap al teu somriure, cap a les teues cames. Et pots anar, però et faré memòria com a un llibre sense últim capítol com al millor ball en un estiu, que m´ha fugit de les mans. Ho sent xiqueta dolça del Raval.

15 de junio.

Este ataúd de zombies es metálico, torpe y lento. Primera calle a la derecha, todo recto entre las flores que el tiempo ha ido marchitando. Suena música de rave en mi echarte de menos,  en los bares chocan las primeras tazas con el café del obrero. Debería mover las piernas y bajar,  pero quiero llegar  al final del trayecto. Hago el trasbordo,  los semáforos me quieren  y me dejo querer por tres colores. Vuelvo a casa Que ya he dejado horas de lágrimas y sollozos en las calles, abrazándome a las tapias de Valencia  en cada borrachera. Echo de menos a gente,  porque el tifón de mis actos  se ha llevado todo por delante. Echo de menos a gente, que el trabajo  y Castellón me han alejado. Mis rodillas en la palma de tu mano,  me muestran  desnudo a l mundo que sigue mintiendo, porque el cielo también tiene telarañas. Que alguien le explique a mi madre  esta tristeza que no me abandona,  que  los ojos están cansados  de empuj