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Mostrando entradas de diciembre, 2014

Reo.

Le escribí una carta al mundo contando lo que era, matando al gato negro de mi buena suerte. El odio está afilado con tu ausencia, tu cuerpo aún me abraza a kilometros, la chica que me quiere pero yo no sé quererla. Valgo una bolsa de cuartos, soy esparto entre las manos si te tengo lejos. Arrastro la tristeza de mi casa al parque, de mi cama al frío. Estoy en una tormenta de dudas pero el viento no se lleva nada y deja para mí los lloros de ese niño. Escribo triste con el amor hambriento con los renglones torcidos de Dios. Tu ausencia es un iniciador de procesión, una marcha fúnebre de mis pecados. Puedo llorar y seguir siendo un lírio descarnado de tus ojos, sin que me conozcas. Se me hace tarde y diciembre cierra el año. Pasa el invierno por tus ojos y no te dice nada. Yo te quiero pero no valgo para lo mismo.

Docana.

"¡Por qué es una vida horrible ser tú y estar a tu lado en este momento!" Con estas palabras se fue y por eso entiendo que soportar dos almas hasta que se rasgue el pecho es andar directamente hacia la culpa. Te dije que ojalá te follen mucho y te quieran poco, después de este odio pídele al tiempo una lavativa de memoria chica. Es cierto que los capítulos de nuestra relación se resumen en tragedia y ausencia, pero ¿Qué esperas si estamos dentro del mundo?. Yo mismo te vendí el ticket, por un polvo en tu ford azul, a la montaña rusa emocional de este último año, y mira el resultado. Te he llamado de todo sin arrepentimiento, y he creado dependencias emocionales siderales, pero nadie me habla de eso tras el orgasmo. Espero que te cueste sacarme de dentro, escarba hondo hasta llegar al tuétano porqué ahí me aferro y soy un cáncer. Y no te niego que esté deshumanizado tampoco que sea un tira y afloja hasta que la cuerda hiere y sang