¿Y si acercas tu mano a la mía? Le hacía esa pregunta mil y una veces a la muerte. Podrías dejar que mis yemas se hicieran con tu pelo, con tu triangulo entre las piernas. Hablaría con tus muslos sobre los miedos que me suscitan, le contaría a tu nuca que no me puedo distanciar. Le diría a tu vello púbico que lo sigo queriendo en mi boca cada noche de tormenta. Te pediría que tus pasos sigan yendo por el camino de mi perdición y tú aún así vendrías. Vendería las joyas que no tengo para completar el círculo que nos separa, cada vez más pequeño. Desahuciaría cualquier cadáver de mi mente para poder soñar solo contigo y cuidarte los miedos. Pero está todo tan árido y desértico que ni teniendo todo eso podríamos seguir mintiéndonos. Fuiste tú quien decidió no subirse al tren y ahorrarte golpes, porque era la zona segura. Yo lo cogí y me estrellé contra todos los errores. Un barrio tranquilo habrían sido las palmas de tus ma
Buscadme en mundo del limbo y el arte, en el abrazo y el reinicio.