Léeme cuando no esté,
entiende a la soledad como la mejor compañía,
cuídala como si fuera yo,
dale cobijo en el tifón de mi ausencia,
por qué no estaré para siempre,
tú eres libre y a mí me están creciendo alas.
Te quiero como a un vuelo de nieve por las
sienes o como a la mejor cebada que cruza
tráqueas.
Porque vienes de lejos,
parida por una canción de Iván Ferreiro,
salida de una voz tenue entre el gemido de la noche
y el horizonte follado, a orillas de una playa, por dos
adolescentes.
Porque eres miedo y desamparo en una habitación a oscuras,
te vistes de drama para pasear tacones llorosos por la ciudad,
tú arreglas los descosidos con drogas y Steinburg.
Pandora, eres clase esperando el metro,
se alza 1,55 de belleza entre tus piernas,
por encima de todas las musas.
Ella abriga sus miedos entre piel fría,
los mata con amores insustanciales,
es una kamikaze vestida de seda.
Visita los suburbios, acampa en el pecho,
nadie la busca y tampoco la encontrarían,
vive libre pero con cuchillos en la espalda.
Pandora, salgo de tu templo en carne viva
y masticando crucifijos.
salí de tu templo con la biblia llena de
interrogantes
y dolor ignífugo en el cuerpo.
Aun así seré infinito como pocos,
me tendrás para ti en los inviernos,
hasta cuando me veas dar los últimos pasos
por tu soledad, y en el corazón quede un espacio
universal de vacío, desmembrándose.
hasta cuando me veas dar los últimos pasos
por tu soledad, y en el corazón quede un espacio
universal de vacío, desmembrándose.
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