Cerca de la seguridad emocional,
con la serpiente en una mano y el
ratón en la otra,
me están velando los miedos.
Caían maquetas en la arena
cuando la historia daba comienzo,
la suerte expandió religión por
todo el mundo.
Dejaron de sonar antiguas locomotoras
de carriles por el cuerpo,
mientras nos digería la vida en espiral,
como el bucle del suplicio.
Te convertí en mi Patio de los Leones,
en la llave de la vida adornada con
gatos egipcios,
puse todo el oro de Nassau en tu pubis,
rubia alternativa de vida bohemia
y piedras perdidas de playa.
Aunque veas en mí al Picasso de los poemas,
París está asediada,
huyo hacia la iglesia junto a cristianos
con los ojos atestados de vikingos.
Habito en la indumentaria de semáforos
y coches que calza la ciudad,
siento la sangre correr a 2 kilómetros
por hora mientras hablo de billetes
con la lotería en las manos,
no elegí la soledad reinante en la resaca,
tolero por los huesos esperanza de vida
en Calton,
no supe ver en el abandono la ley no escrita,
parte genética hereditaria.
Me quedo con los defectos sentimentales,
cuadros de Nirvana en el salón,
comida basura entre los dientes y la sensación
de que acabaré con la conciencia tranquila
después de haberme medito de todo.
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