Vi a sus pupilas activar
acantilados ante la
desavenencia de los
acontecimientos.
Ha tenido el miasma a
tocar fondo del deceso
cargando contra su
muro de congratulaciones.
Su estoicismo quedó
atropellado por los trenes
acecándola a la realidad,
vidas efímeras.
El nirvana trastocado por
los movimientos estratégicos,
previsibles e incongruentes
al paso, los granos de arena.
Es un golpe que
despierta la adversidad
y duerme el lado
contemplativo de lo irreal.
Son cábalas que
el devenir nos depara,
es la simpatía desapareciendo
llevándose hilaridades.
Muerte como penitencia
trasladándola a la ingravidez
de abrazar una sombra,
ya no su cuerpo.
Permíteme ser lo que
careces en este entorno
con olor a cementerio y
contrariedades.
Adiós en la estancia, luto en esos labios.
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