Ir al contenido principal

Tactos.



Le arrancaron los ojos
a la verdad cambiándole
así la fama.

De ello que fuera
decomisando heridas por 
los rincones, de la gente.

Iba poniendo parches
a labios con veneno en
sus pliegues.

Fue por ahí ciega
intentando arreglar las
conjeturas putas.

Temía no ser lo que
fue antes, ese equilibrio
sosteniendo la tierra.

Va siempre tapada, 
maquillada por su propia
inseguridad, no es.

La habían cambiado,
sin remordimientos.

Más usada que una
ramera por los sucios 
pensamientos de cobardes.

Vestía de cobalto y
ahora la cubre el luto
de su decepción.

Sus cuencas llenas de arena,
vacíos en su interior y reglas
incumplidas en su delirio.

Decidió aceptar ser mentira y caminar su desidia poniendo semáforos en verde. Lo que no podemos tocar, lo que no podemos ser.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Blue train.

Yo también iba en esos ritmos, fui aquella trompeta, el trombón, las teclas de ese piano, por encima de ese bajo y por el techo de esa batería. En un sueño era el aire cruzando notas, siendo melodías en oídos del 57, arte, gran calibre y máximo exponente no solo un negro esclavo, también la sensación del momento porqué yo con él abrazaba ese éxito. ¿Y hoy quién te recuerda? ¿Qué ojos te sangran? ¿Dónde están las sirenas? Mis páginas te contestan, Valencia te contesta, desde aquí hasta tu lápida donde suenas todas las noches, en tu cementerio de la cultura. Fuiste arte sin voz pero si con nombre, y así mueren mis noches bajo sábanas de música, sobre sueños por cumplir: colgando de lo más alto de la mentira. Lo que no pude ser fue aquel saxofón tenor John, no pude serlo, aquello que era solo tuyo y de la música. https://www.youtube.com/watch?v=cRLIdnHnc84

Mărăcine

Busco tu esperanza y la mía, en los tres indios que bailan la música de mis cascos por la calle, en el puente que una vez besó el Turia y hoy es pánico de autobuses y tránsito, en los morros del negro a mi lado, seguro saben la respuesta, grandes, son muy grandes. en la última parada quizá, pero recuerdo que el metal no habla un miércoles a las tres de la tarde, Busco en la cruz verde de neón que cura enfermos, en el local marroquí para estómagos propios de otomanos, en la hendidura con forma de llave, patio 42, que me espera. Bajo las motas de polvo en mi cuarto, tampoco ¿página 20 de Carver? No, me desespero, acudo a Gibran, donde los poemas significan nostalgias y respuestas perdidas. Nada,  mientras los gemidos de ambulancia codifican más lo que no sé, y la ciudad sigue ocultando algo. Tumbado en la parte no real, me abrazas, te cuento las costillas sin moraleja, absorbo tu entrepierna, hago memori...

Resarcirse.

Mi vaso de nostalgias lo encontré  en aquellas fotos entre barro. Me gritan los recuerdos que en un final pudiste ser mía. Quimeras. Ya sé que te sorprendes cuando te miro y sonrío lo leve de tu gesto. También  sé que sigues pensando que  aún somos números que no encajan. Qué no me tienen que contar nada los poetas, sobre la mujer perfecta.  Que  mi mejor poema nació desde el trozo de beso que me dejé en tus manos. Todo lo que hablas cuando andas, el remolino de miradas que desvistes a los ojos. La trama de placeres que es tu cuerpo,  ya la había adivinado. Lo que siento y no te digo es la seguridad de continuar a tu lado colmando estas gotas de mis noches,  abrazando lo poco que tenemos, supone un mundo a nuestras miradas. Tengo vértigo a quererte, a presentarte una  por una mis intenciones y vayan siendo equívocas, resultando álgebra desecha. No me cuentes basura que ya...