A la voz de un café puse mis
necesidades al desnudo,
azotadas por el viento y su verdad.
Así se marchan las adversidades,
con el paso de la experiencia,
revolcando sensaciones.
Se tira por el suelo todo lo absoluto,
lo que parece recto, lo que se rompe
con tocarlo.
Solo busco que me quiera con sus
ojos, mis manos se llenaron
con proezas.
Yo me vacié en esas páginas,
me sacié en unas pupilas que
sabían a mucho.
Era la mirada creando astilleros
en las rutas del espoleo
con mi renuncia.
Se machacaron los tiempos,
ardieron los segundos y llamaron a
la puerta los sentidos.
Pocos son los que flotan por la
ingravidez de la prosa, desacordes
en la escritura.
Es todo lo que te quiero decir con mis manos en tu oído.
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