Hay espejismos cerca de tus
ojos, por lo que lloran
los cometas.
Los abismos de tus cuencas
no soportan más peso, caen
los acantilados.
El negro borroso de pupilas
engañadas con la realidad, un
patíbulo de penas.
Lo que crees ver pero no baja
por tus pómulos, duele más que
sangrar con cristales.
En cierne párpados cerrados,
todo lo ganado por la tierra.
Son lágrimas secas lo que el
tiempo convierte en segundos,
relojes agonizando.
Una detrás de otra rompiendo
filas de tribulaciones en cualquier
esquina.
Cronología de tristeza por los
medios del iris, clavando estacas
a pesares.
El otoño en dos esferas pujando
por cual de las hojas está más
afilada.
Lo que guardan las lágrimas secas
se cae cuando miras y ya no
sientes. Nada.
Mi recuerdo y tu ignorancia: cuerpos en vela.
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