He venido a decirte, que escribo sobre las
lágrimas de alcohol que se dejó Bukowski
en sus novelas. También he venido a decirte
que he visto aviones estrellarse por tus ojos.
He venido a decirte que hoy estoy, hoy, más
desheredado de tus piernas que nunca.
He venido a decirte que ya he tenido demasiadas
noches lejos de tus sueños, lejos de tus miradas
directas que inyectaban minutos a mis relojes
varados.
He venido a decirte que estoy desatendido ante
la vida, que se presenta trágica, para viajeros
irresponsables con sus actos, he venido a decirte
que ya no saldré al balcón a buscarte.
He venido a decirte que después de que hayas
olvidado mi entierro, que aun después de que haya
cavado mi propia fosa queriéndote, aún después
de todo eso, apago la mirada y te veo.
He venido a decirte que dejaré de hipotecar mis
poemas a tu cuerpo, que te puedes llevar todo
menos aquella foto en la que eras tú, tus ojos
y mi recuerdo.
Después de todo, me he ido sin decirte que por
todo ello, vives en la parte más caverna de mí.
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