Ir al contenido principal

Black Note.






Ayer me invitaron a mi primera raya,
pero no pude.

Tres desconocidos: el poeta, la filósofa
y el cantante. Querían compartir su tiempo
y el vicio, menudo cuadro me pintaba la
noche.

Todavía soy muy joven para lo largo que
se me podía haber hecho, aunque el desamor
me estaba pidiendo a gritos que la dejara
entrar por la nariz.

Rodeado de reggae te echaba de menos y
cada chica que me miraba a la vez que me
invitaba a un trago desconocía que me
acercaba a ti en vez de a ella.

No sé lo que hay después del alcohol
en el vaso, ni después del agua en el pozo.

Por eso me asomo intentando tirarme,
pensando en que quiero estar en el fondo
para que alguien me recoja o me lance una
moneda, aunque sea.

Pero tuve suficiente con mantener el equilibrio
al borde, abrumado por la cerveza,
rodeado de música que me sabía a todo pero
me dolía a ausencia.

Sabía que de aquella noche saldría un poema
como lo que salió de mi boca, antes de llegar
a casa, cuando me llamaste

y me acercaste al portal por última vez,
con la voz trémula de saber que el ciego hablaba
por mí, pero te decía toda la verdad, lo que no
querías saber.

Te pregunté por qué estaba tan solo si te quería tanto,
pero ni tú ni las borracheras sabéis la respuesta
y te acabé contando que: me gusta esa chica,
la que no eres tú,
aquella que conocí de la nada.

Y a parte de escuchar como me potaba encima,
me oíste llorar.

Así las gotas rojas llegaron al pozo, siendo
una renuncia
un adiós hipotético porqué sé que te quiero,
aunque intente olvidarlo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Blue train.

Yo también iba en esos ritmos, fui aquella trompeta, el trombón, las teclas de ese piano, por encima de ese bajo y por el techo de esa batería. En un sueño era el aire cruzando notas, siendo melodías en oídos del 57, arte, gran calibre y máximo exponente no solo un negro esclavo, también la sensación del momento porqué yo con él abrazaba ese éxito. ¿Y hoy quién te recuerda? ¿Qué ojos te sangran? ¿Dónde están las sirenas? Mis páginas te contestan, Valencia te contesta, desde aquí hasta tu lápida donde suenas todas las noches, en tu cementerio de la cultura. Fuiste arte sin voz pero si con nombre, y así mueren mis noches bajo sábanas de música, sobre sueños por cumplir: colgando de lo más alto de la mentira. Lo que no pude ser fue aquel saxofón tenor John, no pude serlo, aquello que era solo tuyo y de la música. https://www.youtube.com/watch?v=cRLIdnHnc84

Mărăcine

Busco tu esperanza y la mía, en los tres indios que bailan la música de mis cascos por la calle, en el puente que una vez besó el Turia y hoy es pánico de autobuses y tránsito, en los morros del negro a mi lado, seguro saben la respuesta, grandes, son muy grandes. en la última parada quizá, pero recuerdo que el metal no habla un miércoles a las tres de la tarde, Busco en la cruz verde de neón que cura enfermos, en el local marroquí para estómagos propios de otomanos, en la hendidura con forma de llave, patio 42, que me espera. Bajo las motas de polvo en mi cuarto, tampoco ¿página 20 de Carver? No, me desespero, acudo a Gibran, donde los poemas significan nostalgias y respuestas perdidas. Nada,  mientras los gemidos de ambulancia codifican más lo que no sé, y la ciudad sigue ocultando algo. Tumbado en la parte no real, me abrazas, te cuento las costillas sin moraleja, absorbo tu entrepierna, hago memori...

Resarcirse.

Mi vaso de nostalgias lo encontré  en aquellas fotos entre barro. Me gritan los recuerdos que en un final pudiste ser mía. Quimeras. Ya sé que te sorprendes cuando te miro y sonrío lo leve de tu gesto. También  sé que sigues pensando que  aún somos números que no encajan. Qué no me tienen que contar nada los poetas, sobre la mujer perfecta.  Que  mi mejor poema nació desde el trozo de beso que me dejé en tus manos. Todo lo que hablas cuando andas, el remolino de miradas que desvistes a los ojos. La trama de placeres que es tu cuerpo,  ya la había adivinado. Lo que siento y no te digo es la seguridad de continuar a tu lado colmando estas gotas de mis noches,  abrazando lo poco que tenemos, supone un mundo a nuestras miradas. Tengo vértigo a quererte, a presentarte una  por una mis intenciones y vayan siendo equívocas, resultando álgebra desecha. No me cuentes basura que ya...